Cada lucha, una victoria

El poderoso levantamiento de la X Región, las grandes jornadas en las barricadas en las rutas y carreteras, y en las calles de sus ciudades, son ya una demostración de fuerza de nuestra clase, son un salto de 30 o 40 años, realizado en pocos días. Es una victoria que el sur de Chile ofrenda a nuestro pueblo, en forma de experiencia, de ejemplo y aliento en el comienzo del camino.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº59

El movi­mien­to popu­lar del sur ha con­mo­cio­na­do a todo Chile. Se ini­ció como una movi­li­za­ción de un sec­tor de la pobla­ción, los pes­ca­do­res arte­sa­na­les. Pero se expan­dió en una rápi­da y explo­si­va suce­sión de cor­tes de ruta, para­li­za­cio­nes, mar­chas, ollas comu­nes y mani­fes­ta­cio­nes de solidaridad.

Nadie que­da indi­fe­ren­te fren­te a este autén­ti­co levan­ta­mien­to. Ha cap­tu­ra­do la aten­ción, inclu­so, más allá de nues­tras fron­te­ras. Todos intu­yen que se tra­ta de un acon­te­ci­mien­to de un des­co­mu­nal sig­ni­fi­ca­do. ¿Pero cuál es?

La res­pues­ta a esa pre­gun­ta es más impor­tan­te que el des­en­la­ce con­cre­to del con­flic­to. Es la pre­gun­ta sobre la deter­mi­na­ción de la derro­ta o la vic­to­ria del movimiento.

el significado del movimiento

No todos com­par­ten esta mane­ra de plan­tear las cosas. Muchos de los que obser­van, des­de afue­ra, los hechos no se intere­san por defi­nir quién gana o quién pier­de. Se intere­san, al con­tra­rio, por lo que repu­tan extra­or­di­na­rio y raro. La catás­tro­fe ambien­tal, repre­sen­ta­da por la iné­di­ta exten­sión de la marea roja o por los efec­tos de ope­ra­ción de la indus­tria sal­mo­ne­ra, les pare­ce ser el asun­to cen­tral. O bien, su apre­cia­ción fol­kló­ri­ca, por ejem­plo, de lo que con­si­de­ran una afir­ma­ción del pes­ca­dor o del ser chi­lo­te, lo juz­gan como la cues­tión prin­ci­pal. En otras pala­bras, con­vier­ten un pro­ce­so vivo en un feti­che, en una enti­dad que pue­de ser ido­la­tra­da o vilipendiada.

Así, tene­mos los abu­sos de los sal­mo­ne­ros, que deben ser fis­ca­li­za­dos y san­cio­na­dos; el olvi­do de un archi­pié­la­go, que debe ser empo­de­ra­do y valo­ra­do; un gobierno indo­len­te, que debe ser cri­ti­ca­do; y una pobre gen­te, que debe ser ayudada.

A noso­tros, nada de eso nos pare­ce extra­or­di­na­rio. Son cons­ta­ta­cio­nes bien cono­ci­das des­de hace muchas décadas.

lo extraordinario

Lo que rom­pe lo común no está en eso. Lo extra­or­di­na­rio es la apli­ca­ción de los méto­dos de la acción direc­ta, de los méto­dos del poder popu­lar por par­te de amplias masas. Lo extra­or­di­na­rio radi­ca en la rápi­da amplia­ción de las deman­das y el ejer­ci­cio prác­ti­co de la uni­dad ver­da­de­ra, des­de aba­jo. Lo extra­or­di­na­rio está en cómo una pro­tes­ta que par­tió en pun­tos espe­cí­fi­cos y, en muchos casos, apar­ta­dos, de la región, con­ver­gió en sus mayo­res cen­tros urba­nos, Castro, Ancud, Osorno y, espe­cial­men­te, su capi­tal, Puerto Montt, que se ha vis­to sacu­di­do por movi­li­za­cio­nes sin precedentes.

Con todo res­pe­to a los bió­lo­gos mari­nos, hay que decir­lo: el ori­gen de estos acon­te­ci­mien­tos extra­or­di­na­rios no está en el mar, en las algas o en los peces, en nin­gu­na catás­tro­fe. Y, con per­dón de los hip­pies y aman­tes del exo­tis­mo rural, tam­po­co está en el gorro de lana ni en el marino chilote.

Nosotros afir­ma­mos, basa­do en nues­tro pro­pio estu­dio cien­tí­fi­co –el mate­ria­lis­mo o marxismo‑, que las cau­sas del movi­mien­to nacen de un fenó­meno deno­mi­na­do la lucha de clases.

lucha de clases

En ese sen­ti­do, el sig­ni­fi­ca­do de la lucha del sur sur­ge de las múl­ti­ples con­tra­dic­cio­nes que mar­can el movi­mien­to. La ampli­tud de sus deman­das, su carác­ter de masas, ofen­si­vo y de cla­se, cho­ca con las exi­gen­cias par­ti­cu­la­res de los diri­gen­tes de los pes­ca­do­res arte­sa­na­les, varios de cua­les tie­nen un his­to­rial entre­guis­ta. Lo segun­do –el gobierno lo sabe- pue­de ser “resuel­to” con bonos. Lo pri­me­ro ‑el régi­men lo tie­ne claro- sólo pue­de ser solu­cio­na­do con el derro­ca­mien­to del sis­te­ma corrupto.

Por eso, admi­te nego­cia­cio­nes con unos, y apli­ca la repre­sión a los otros. Por eso, explo­ta las infi­ni­tas diver­gen­cias de intere­ses entre los dis­tin­tos sec­to­res para divi­dir al movi­mien­to. Por eso, pro­mue­ve la labor de zapa de auto­ri­da­des loca­les y ope­ra­do­res polí­ti­cos. Por eso, apues­ta al ago­ta­mien­to, a la per­se­cu­ción, al temor y los rumo­res. Por eso, ve con bue­nos ojos la acción de quie­nes pre­ten­den sacar rédi­tos polí­ti­cos del movimiento.

¿victoria o derrota?

¿Tendrán éxi­to? Sí, es posi­ble que sus pla­nes sur­tan efec­to. El movi­mien­to del sur tie­ne ante­ce­den­tes: los levan­ta­mien­tos de Magallanes y de Freirina, que cons­ti­tu­ye­ron un his­tó­ri­co pun­to de infle­xión en la lucha popu­lar. Concluyeron, como tam­bién podría ocu­rrir en este caso, en una mesa de nego­cia­ción y alti­so­nan­tes pro­me­sas incumplidas.

Sin embar­go, las movi­li­za­cio­nes de hoy ocu­rren bajo otras con­di­cio­nes: la deca­den­cia ter­mi­nal del régi­men polí­ti­co y el afán de los capi­ta­lis­tas de des­car­gar su cri­sis en la cla­se tra­ba­ja­do­ra. Específicamente, en la región de Los Lagos, los gol­pes pro­pi­na­dos a los tra­ba­ja­do­res de la prin­ci­pal rama pro­duc­ti­va de la zona, la sal­mo­ni­cul­tu­ra industrial.

Pero ya ha que­da­do cla­ro que se ha abier­to una nue­va eta­pa, en que la lucha de cla­ses se libra de mane­ra abier­ta y direc­ta. Las luchas que antes se rea­li­za­ban de mane­ra ais­la­da, aho­ra nece­sa­ria­men­te se entron­can unas con otras y asu­men el carác­ter de su tiempo.

Es decir, son ofen­si­vas, sus deman­das son gene­ra­les y no par­ti­cu­la­res o sec­ta­rias; están basa­das en la cla­se tra­ba­ja­do­ra; se desa­rro­llan median­te el ejer­ci­cio de la uni­dad; se diri­gen fir­me­men­te en con­tra del régi­men corrup­to, y les cie­rran el paso a sus repre­sen­tan­tes que pre­ten­den intro­du­cir­se en el movi­mien­to, bajo la con­sig­na tajan­te de “que se vayan todos”.

Su orien­ta­ción his­tó­ri­ca es revo­lu­cio­na­ria, en que cada lucha par­ti­cu­lar que asu­me esas carac­te­rís­ti­cas es un avan­ce, y en que cada con­flic­to que se sus­trae de esos seve­ros dic­ta­dos de nues­tra épo­ca, impli­ca un retro­ce­so. He ahí el cri­te­rio para defi­nir éxi­to o fra­ca­so de un movi­mien­to. Su efi­ca­cia, su fuer­za, siem­pre se pro­ba­rá en su capa­ci­dad de gene­ra­li­zar la expe­rien­cia, y man­te­ner bien iden­ti­fi­ca­dos a los enemigos.

El pode­ro­so levan­ta­mien­to de la X Región, las gran­des jor­na­das en las barri­ca­das en las rutas y carre­te­ras, y en las calles de sus ciu­da­des, son ya una demos­tra­ción de fuer­za de nues­tra cla­se, son un sal­to de 30 o 40 años, rea­li­za­do en pocos días. Es una vic­to­ria que el sur de Chile ofren­da a nues­tro pue­blo, en for­ma de expe­rien­cia, de ejem­plo y alien­to en el comien­zo del camino.

Baja este número de "La Estrella de la Segunda Independencia" en formato pdf. Imprime y difúndelo.